EL "CHICHE" NUEVO
Ah cuanto recuerdo aquel otoño que comenzaba hace ya 20 años, eran los últimos días del verano. La situación de mi hogar no daba para más, mis padres estaban nuevamente en crisis, iban a separarse por enésima vez, algo que finalmente nunca ocurrió ni ocurriría jamás (al día de hoy siguen envejeciendo juntos). Mi hermana mayor, ya casada y ocupada en su trabajo y viviendo en su propia casa se acercaba para mediar en lo posible, dentro de lo que permitían sus posibilidades y ante las quejas de mi cuñado que le repetía que mis padres siempre hacían lo mismo. Mi abuela y mi tío soltero eran cada vez más dependientes de mi madre, mi abuela por su frágil salud y mi tío…por puro “mamero” nomás. Así el cuadro, cuando la psiquiatra de mi madre aconsejó entre otras cuestiones, que para mis 16 años de adolescente semi encerrada entre el estudio y una familia cada vez más embrollada lo mejor era migrar a otro hogar temporalmente. ¿Adonde iría entonces? No teníamos muchos parientes, mi