IMPRESIONES 13
25 junio 2016. Visita a la exposición “Conexión Sur” en el
Museo Nacional de Bellas Artes (se refiere a los tres pintores mexicanos
muralistas Orozco, Rivera, Siqueiros), es un sábado nublado y frio con algo de
viento.
Al salir de Plaza Constitución
veo a las trabajadoras sexuales portando calzas fuscia apostadas sobre las
veredas de la Calle Salta, en la ruta de salida del Colectivo 67. Cuando vuelvo del museo voy hasta Avenida de
Mayo, a Librería de las Luces (cerró luego de la pandemia, se mudaron a Mar del
Plata), poca cosa salvo un libro sobre la historia del cine español. Entro a
merendar en café Ronas (Hoy se llama Gayola) en Avenida de Mayo y Pellegrini,
es más grande desde afuera.
Mucha gente en la
exposición, unos cuantos solos y solas en el bar del museo. La estación Avellaneda muy sucia (en ese momento). Mucho turista y feria con bastante gente
alrededor del Obelisco. En el Ronas hay
gente que está almorzando a las 17.30 hs. o puede que esté cenando
temprano. La salida la hice para
despejarme del cansancio de mitad de año, además la exposición es gratis. En la zona que rodea al museo (Recoleta,
Plaza Francia) muchísima gente, es otro mundo, no es ni Lomas ni Banfield, mucha
gente sola en los bares, antes del cine o del teatro. Luego de Avenida de Mayo voy por Corrientes, también
hay gente que se sienta o duerme en las plazoletas adyacentes al Metrobús de la
Nueve de Julio, con chicos y todo. Previamente,
en la calle Salta, desde el colectivo 67, en las cuadras anteriores a la salida
al Metrobús llego a divisar a dos hombre vestidos de negro que cruzan la calle
corriendo y gritando “gato hijo de p…”y salen corriendo, uno de ellos parece
hemipléjico. En las veredas de la cuadra de la avenida San Juan y Nueve de
Julio, hay apostadas más trabajadoras sexuales, se percibe un ambiente un tanto
sórdido.
En el museo durante
la visita guiada, la gente rodea a la guía que presenta el recorrido y la
escucha con atención, cuando finaliza la misma la aplaude. Esa actitud reconforta. El edificio del Bellas Artes me encanta,
aunque construido a fines del siglo XIX, como edificio para Obras Sanitarias, y
remodelado en las décadas del 20 y 30, me transporta también a los años 60, al
internacionalismo en arquitectura, también al racionalismo que hizo furor en los
30, con su distribución despojada y rectilínea y los dibujos de inspiración
precolombina estilizados. De la
exposición, bastante interesante, los mejor son los grabados en blanco y negro
de José Clemente Orozco, muy perturbadores y duros en su trazo que recuerdan a
los “caprichos” de Goya o a las escenas de “Que viva México” de Serguei
Eisenstein. Orozco tenía una técnica
excelente, mejor que Rivera y Siqueiros.
Lo remarco aunque no coincida con la ideología del muralismo mexicano,
un tanto marxista, luego aplacada por la influencia de José Vasconcelos y su
raza cósmica. También destaco los
bocetos que hizo Siqueiros para el famoso mural en la quinta “Los granados” de
la familia Botana, el “Ejercicio plástico” que está expuesto en el museo del
Bicentenario, con las fotos que tomó Annemarie Heinrich durante la producción
del mismo.
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