RECENSIONES 7

 Como escribí anteriormente, en la bibliografía sobre la vida y obra de Eva Perón hay dos vertientes:  los autores peronistas y los autores no peronistas, aunque puede agregarse una tercera vertiente como los autores antiperonistas.  En general los primeros que yo he leído (Marranghello, Castiñeiras) mantienen la objetividad sin llegar a la alabanza desmedida o la canonización.  En la vertiente de no peronistas (Sucarrat, Sarlo, Sebreli, Navarro Gerassi) se observa lo mismo.  También un caso de autor antiperonista como Félix Luna, en su monumental “Perón y su tiempo” la objetividad se guarda, porque se aporta documentación.  Claro que a los lectores no peronistas o antiperonistas les encanta leer sobre el pasado de Eva cuando era Eva Duarte, actriz, tema que no gusta tanto a los peronistas.  En la mayoría de los casos ocurre así y confieso que soy de las primeras en buscar lecturas que detallen ese pasado artístico.  Una vez, dando clase en una escuela secundaria una alumna me preguntó mi opinión sobre el peronismo.  Le contesté que era una respuesta muy amplia y que había que hacer recortes epocales sobre este movimiento político tan importante de la historia argentina del siglo XX, aclarándole que yo provenía de familia antiperonista y lo soy.  La alumna me volvió a preguntar si yo había estudiado sobre el tema en el profesorado.  Le conté que ni siquiera en cuarto año, el último del profesorado en la materia Historia Argentina IV se llegaba a estudiar la irrupción del peronismo porque era casi imposible por lo abarcativo del tema, pero que todos los relatos orales del primer peronismo y segundo peronismo y los años previos desde 1943 que oí de mis familiares (padres, abuelas, tíos abuelos y demás deudos) los pude corroborar en textos y documentos que trataban acerca de diferentes aspectos y tiempos del multiforme peronismo.  Citaré algunos ejemplos:  cuando leí “Los últimos días de Eva Perón” de Nelson Castro, en cuyo primer capítulo se narra el episodio del “carterazo” que Eva le propinó al Dr. Oscar Ivanissevich, ministro de educación y médico personal de la primera dama, cuando él le comunicó que debía operarse el tumor en el útero que le había detectado, quedaba confirmada la historia que me había contado mi mamá acerca de ese episodio, o sea que todo lo que me contaron resultaba cierto, es más estaba documentado por varias fuentes contrastadas como manda hacer la ciencia histórica.  También Vera Pichel hace referencia a ese suceso en “Evita íntima”.  En la biografía “Fanny Navarro:  un melodrama argentino”, los autores Insaurralde y Marranghello observan los interesantes entrecruzamientos del poder político con respecto al ambiente artístico, destacándose 3 líneas:  Evita, Fanny Navarro y Raúl Apold, secretario de información pública. Se podía llegar a Evita, pero de diferente manera, más directamente a través de Fanny y por lo tanto más rápidamente.  Apold era más exigente, pedía pruebas de adhesión al justicialismo y obsecuencia.  Además entre ellos estaban enfrentados, Apold no soportaba a Fanny, que era como una hermana más para Eva, incluso se dedicó a perseguirla luego de la muerte de Juancito Duarte en 1953. 

“La pasión y la excepción” de Beatriz Sarlo, si bien no es un libro estrictamente dedicado a la biografía de Eva, tiene varios capítulos dedicados a ella, en el cual se observa un trabajo documental fino y denso de revisión de fuentes gráficas para explicar la evolución de la imagen de Eva Duarte actriz.  Las fuentes utilizadas son las revistas Sintonía, Antena y Radiolandia, que constituían el vademécum obligado para una historia del espectáculo argentino, en especial la radio y el cine.  Sustentado en un marco teórico sobre el estudio de las imágenes (Walter Benjamín), saca conclusiones la autora que no caerían muy bien entre los peronistas como la afirmación que en 1941 las mellizas Legrand eran más populares que una ignota Evita Duarte.

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