ENSAYO DE UN FUNERAL
Ese 21 de diciembre no era precisamente caluroso, si era un hermoso día con algo de viento que auguraba una nochebuena y una navidad sin sobresaltos climáticos. Ya eran más de las 19 hs. y el sol caía en el oeste, pero se mantenía con fuerza inusitada su luz en ese solsticio de verano del hemisferio sur. La anciana dama otrora figura directriz llegó acompañada de su prima, su ahijado y su ciudadora, a la manera de sequito, ansiosa por el homenaje en vida que no resultó como ella había deseado. Al entrar, nada más dos profesoras estaban presentes, quizá porque aún era temprano. Se acercaron a saludarla, las monjas ni ahí, solo a las cansadas la hermana ecónoma, para no quedar mal parada ante la homenajeada que a esta altura no disimulaba su enojo, que a fin de cuentas tuvo que transformar en orgullo, para escenificar su propia gloria en vida o el ensayo de su funeral. Como adivinando su descontento su prima trato de distraerla señalando y preguntando por la galería ilumina