LIBROS MALDITOS

 LIBROS MALDITOS:


Se que este título es pretencioso, pero ocurre que muchos libros sobre la historia reciente de la Argentina, sean sobre un período histórico o biografías, salen a la venta pero luego desaparecen misteriosamente y es muy difícil conseguirlos, aunque con suerte, ahora que está Mercado Libre ese deseo puede hacerse realidad. En 2007 salió a la venta “Cooke, el heredero maldito de Perón”  de Franco Lindner.  Por razones de economía no pude comprarlo, aunque lo pude ojear y era muy interesante la información que brindaba.  Ahora bien, al poco tiempo los ejemplares desaparecieron y recién a fines de 2016 pude comprar un ejemplar usado y leerlo.  Esta obra no tiene desperdicio, ya que en ella nos enteramos del costado humano…demasiado humano de John William Cooke, al que se considera fundador del peronismo revolucionario o peronismo de izquierda. El retrato del “gordo” Cooke es despiadado:  fumador compulsivo, cocainómano (es muy significativo que el autor aclare que a mediados de la década de 1940 la cocaína era muy usada en el ambiente político), compañero de juergas del malogrado cuñado presidencial, Juancito Duarte.  Siendo el diputado más joven electo en 1946 con sólo 25 años de edad, recién recibido de abogado, pretendía casarse con una prostituta de alto vuelo pese a la oposición de sus padres, que se llevaba mal con Eva Perón hasta el punto de compararla con Teodora, emperatriz de Bizancio, esposa de Justiniano, que su esposa Alicia Eguren, era ninfómana, lo engañó en Cuba con el Che Guevara, que sus seguidores planeaban robos y los ejecutaban para financiar a la Resistencia peronista y organizaba orgías y strip tease luego de las cenas para conseguir fondos, tarea a cargo de Alicia y su hermana. Según pude averiguar el libro fue sacado de circulación luego de una denuncia penal hecha por uno de los nombrados en la investigación…cosas que pasan, no…

También ocurre con las biografías o testimonios sobre Eva Perón, se venden poco y no se reeditan.  “Evita íntima”, libro de la periodista Vera Pichel, que conoció y trató a Eva personalmente, se publicó en la década del 90.  Pichel, veterana escriba, es una peronista acérrima aunque el núcleo valioso son los testimonios de primera mano tomados de las conversaciones de la autora con la biografiada.  Ambas eran oriundas de Junín, aunque Eva nació en Los Toldos, su infancia y adolescencia vivió en dicha ciudad y se conocían desde los tiempos de la actriz Eva Duarte.  La autora no se detiene en detalles de la vida íntima de Eva, tanto en lo sentimental como en lo familiar, pero contiene importantes aseveraciones bien fundamentadas como la existencia de “Piraña” la adolescente mendocina que vivía con Perón y que él presentaba como su hija, el carácter rencoroso de Eva que no perdonaba los ataques de otros hacia su persona o que también solía sacarse del medio aun a aquellos partidarios leales y fieles, pero que podían opacarla por sus propios méritos, este y otros testimonios sostienen el valor histórico del libro como los diálogos sobre la incipiente enfermedad y su opinión paranoica sobre los médicos.  El libro está redactado de manera amena y entretenida, y atrapa bastante con su lectura. Como la autora es periodista y conoce su oficio no llega a caer en el ditirambo o la narración edulcorada.  No hay reediciones del libro, se puede conseguir en mercado libre o en algunas librerías de viejo, generalmente usado.  A principios de los años 60 este tipo de libros tenían gran difusión, poco a poco fueron dejados de lado, como también el libro de la señora Lilian Lagomarsino de Guardo, dama de compañía en el viaje que Eva, ya primera dama, realizó a Europa en 1947.  Hoy no abundan y son necesarios estas fuentes para estudiar el proceso histórico del peronismo con dato, sin relato.  ¿Por qué ocurre esto?.  Intentaré algunas respuestas:

Las editoriales buscan novedades, la época actual o los años 70 que apuntalan el relato.  A su vez una pérdida de interés luego de casi tres décadas de edición.  Desde 2003, con la llegada del matrimonio Kirchner al poder se da comienzo al relato de glorificación de Evita Montonera, revolucionaria y militante, totalmente fuera de contexto histórico y no conviene divulgar fuentes que la describan tal como era con sus defectos y virtudes porque hay que sacarla de su propio tiempo histórico y reinventarla para elaborar una línea de tiempo que saltee a Isabelita y conecte directamente con CFK.  Los libros de recuerdos personales pueden comprometer y hacer tambalear el relato y a quienes escriben ese “relato”.  

Otro ejemplo es “La pasión y la excepción” de Beatriz Sarlo, que si bien no es una biografía o un estudio específico sobre Eva, pero contiene un capítulo dedicado a ella con un trabajo de investigación fino y denso, encuadrado teóricamente en los postulados de Walter Benjamín sobre los estudios acerca de la imagen. Se trata de una revisión de fuentes gráficas para explicar la evolución de la imagen de Eva Duarte actriz.  Estas fuentes son revistas dedicadas al cine y la radio, muy populares en la cultura de masas de los años 30 y 40, como Radiolandia, Antena y Sintonía (cuyo propietario, Emilio Karstulovich fue sindicado como “novio” de Eva durante ese tiempo), estas publicaciones eran el “corpus bibliográfico” de lectura obligada y análisis para entender el mundo del espectáculo de aquellas décadas de oro de la radio y el cine de estas pampas.  Sarlo rastrilla por así decir prácticamente todas las imágenes fotográficas no solo de Eva sino de otras actrices populares de la época y llega a una conclusión un poco brutal (para los peronistas especialmente):  Eva no tenía ni el físico, ni la voz ni el talento adecuado para competir con las actrices de su tiempo, no era ni “la mujer fuerte”, ni la “ingenua”, por su edad no era “característica” pero su físico tampoco la ayudaba, y sus escasos recursos actorales también la alejaban de papeles de “damita joven”.  La autora señala a su vez los fotógrafos no sabían encontrar el encuadre adecuado para presentarla y que sólo logró superar ese obstáculo luego que fuera captada por las lentes de Sivul Wilenski y Annemarie Heinrich, que previos cambios en maquillaje, peinado e indumentaria, sumados al talento y conocimientos de ambos nos dejaron las mejores fotos de Eva actriz.  

En 2006 fue editado un pequeño pero sustancioso libro:  “La vida amorosa de Eva Perón” de María Sucarrat.  Sin caer en la chismografía antiperonista gorila, con mucha documentación, la autora relata y aporta pruebas sobre los avatares de Eva en las lides amorosas, como el sonado romance con Pedro Quartucci y la existencia de una supuesta hija de ambos que se reivindicaba como tal.  Lo original del trabajo es la utilización de fuentes orales de testigos directos de la vida y época tratada.  Difícilmente se consigue hoy el texto, salvo en librerías que ofrezcan usados o en mercado libre. 

“Fanny Navarro:  un melodrama argentino” de Andrés Insaurralde y César Marranghelo, que pude comprarlo a solo $20 en la extinta feria del libro de la Universidad de Lanús, es otro libro desaparecido, en parte porque fue editado en una pequeña editorial que creo que ya no existe, Ediciones del Jilguero, especializada en teatro y cine.  Si bien la biografía se centra en la vida de la actriz Fanny Navarro, pareja de Juan Duarte, el contexto histórico está muy bien explicado gracias al manejo de los autores de muy buenas fuentes de documentación y testimonios, ya que también es muy voluminoso el trabajo de estos dos especialistas en cine argentino.   La observación que considero muy interesante es el entrecruzamiento del poder político con la farándula, destacándose tres líneas de poder:  Evita, Raúl Apold y Fanny Navarro.  Mediante el trato con el temido subsecretario de información pública y la actriz se podía llegar a tener contacto con Eva, pero de diferente manera:  más rápida y sin obsecuencias a través de Fanny, con más dureza a través de Apolo que investigaba todo acerca de quien peticionaba y te bajaba el pulgar.  A su vez, entre ellos había gran desconfianza, tal es así que luego de la muerte de Juan, Fanny decía sentirse perseguida por Apold, 

Leyendo una revista de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Rosario del año 1994 que compré en un local de todo por $2 ya desaparecido frente a la estación de Lomas de Zamora en el año 2007.  Me encuentro una encuesta de historia de las ideas con testimonios de intelectuales argentinos, con detalles muy interesantes y mas de alguna sorpresa.  Hugo E. Biagini confiesa haber experimentado en los años 60 con LSD en la clínica del psicoanalista Fontana, y que luego del extasís componía poemas que él mismo autocalifica de delirantes.  Señala otra influencia en Carlos Astrada, cuya figura rescata del olvido.  José C.Chiaramonte da testimonio de su contacto extra estudiantil con escritores, artistas y gente del teatro independiente.  Hebe Clementi, historiadora como Chiaramonte, se revela lectora de Stefan Zweig y Viki Baum (novelista muy popular en los años 50) y de Franz Werfel, escritor de biografías noveladas muy popular en los sectores católicos, ya que se ocupaba de la vida de santos.  Sobre la biografía que escribió acerca de Santa Bernardette Soubirous, se realizó el libreto de la famosa película sobre la vida de la santa y las apariciones marianas de Lourdes, protagonizada por la actriz Jennifer Jones.  Zweig y la Baum estaban en boga entre los lectores de clase media…interesante…¿no?.


CULTURA GENERAL:

 En 1978, mi último año de la escuela primaria, yo ya sabía que quería ser profesora de historia, sin embargo me sentía muy inclinada a la literatura, mejor dicho, a la historia de la literatura.  Me llamaba más que nada la atención el diseño, la tipografía, en fin el diseño, la diagramación de los libros.  Las ilustraciones y las fotos, generaban en mi mente sensaciones que hoy son difíciles de evocar, recordar y volver a sentir.  Era una estética de la que hoy muchos reniegan pero estaba de moda entonces, porque había más sustancia intelectual dando vuelta, una maestra podía reconocer a una escritora como Elvira Orphee o la hoy innombrable Marta Lynch.  Se habla mucho del “apagón cultural” de los años del Proceso militar, pero no se investiga si fue así o no, se repite como loro, no dejan investigar.  Algunos escritores dan fe que había matices en aquella época, como los testimonios de Verónica Verlichak, Alberto R. Jordán y Juan Luis Gallardo, amen que en una entrevista con Sebreli, Beatriz Sarlo sostiene que la etapa del Proceso debe ser estudiada e investigada en todos sus aspectos, incluida la política cultural, no sólo la de DDHH que sirve para llenar bolsillos con dineros oficiales. La televisión entrevistaba a Borges y bueno, así te enteraban quien era él y hasta podías acercarte a su lectura.  Con casi 40 años de régimen democrático ininterrumpido por golpes de estado, no hay hasta ahora ninguna explicación seria de la degradación cultural y la falta de investigaciones, que puede responder a varios factores como la cada vez mayor incultura de la clase política, por ende de los planes educativos, y el hecho de mantener oculta una etapa histórica que no conviene destapar porque perjudicaría a ciertos miembros de la hoy “casta gobernante” que verían cascoteada su imagen de héroes impolutos ( y heroínas también…) y sus bolsillos.  Algunos aducirán los años de “pizza con champan” menemista, pero no fue el único factor, la historia es multicausal, el tema viene de lejos.  Con respecto a las escritoras más populares, y que aún así era profunda, Marta Lynch (que era mediática pero escribía bien)  pesa un tremendo silencio, a pesar que una calle de Puerto Madero lleva su nombre.  El primer indicio lo encontré a fines de 2006 cuando leía la biografía de Cristina Mucci :”La señora Lynch”, un trabajo muy documentado pero que tiene la siguiente aclaración:  muchos que la conocieron no querían hablar de ella, principalmente su mejor amiga, la negra Luna, esposa de Félix Luna, el historiador, perdiéndose así un valioso testimonio de primera mano.  A raíz de esta lectura me puse a indagar los motivos de tal marginación y silencio auto impuesto. 

Matías Bauso en Infobae del 8 de marzo de 2020 apunta que a raíz el regreso de la democracia, su cercanía con Massera fue puesta en tela de juicio y criticada, alejándola de los círculos áulicos y los honores, al igual que los escritores que durante la década del 70 eran entrevistados y consultados por revistas de actualidad. 

Horacio Raúl Campos en Página/12  del 19 de noviembre de 2020 da cuenta de la reedición de la última novela de Marta Lynch, “Informe bajo llave”, que se realizaría bajo los auspicios de la Editorial de la Universidad Nacional de Villa María (Córdoba).  Esta novela no se había reeditado desde su aparición en 1983.  Consultados los encargados de hacerlo, comentaron que costó mucho convencer a la familia porque no querían que se conocieran los elementos biográficos relacionados con Massera y otros personajes fácilmente identificables, si bien la obra era una ficción, hay mucho en la misma relacionado con la vida de Marta y la situación del país en los 70. Yendo más atrás en el tiempo, en una reseña de la biografía de Cristina Mucci, publicada en La Nación el 25 de octubre de 2000 y redactada por Pedro B.Rey, se apunta a la misma causa del olvido:  sus cambiantes posiciones en política como buena parte de la clase media (con la que ella se identificaba y en la cual se encontraban la mayoría de sus lectores) y la relación con Massera, sobre la cual hay varias versiones desde la amistad al amorío, pero con una certeza:  su fuerte apoyo a la gestión del proceso militar. 

Luciano Chiconi, en Revista Panamá del 19 de octubre de 2016 contextualiza a partir de los cambios culturales desde los años 80 que dejan de lado en literatura el realismo de los años 50 y se centran en lo políticamente correcto tanto desde la izquierda cultural, el gramscismo alfonsinista y el progresismo kirchnerista.  Sostiene que a Marta Lynch le gustaba estar cerca del poder, típica actitud de clase media, a la cual se suma sus cambiantes opiniones políticas, el deseo de ascenso social que ambicionan también los progres k, sus contradicciones.    En las novelas de Marta, los personajes que se autoproclaman peronistas pertenecen a la clase media, y yo recordé un texto de Beatriz Sarlo que afirma que el peronismo para triunfar en las elecciones siempre necesitó votos de clase media, lo cual queda demostrado a lo largo de toda su historia como fuerza política.  Esta razón sería motivo de rechazo por las “almas puras” de la progresía y la corrección política y el setentismo anacrónico no quieren que se vea, así como los devaneos de sus líderes y lideresas con los militares en los lejanos 70. 

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