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 Febrero 2017.  Voy de compras a Lomas, y me acerco a tomar un café en “Establecimiento de Café” (hoy ya no existe, se encontraba en el solar que hoy ocupa la torre de 31 pisos de Barón Constructora).  Son las 17hs. y hay gente que recién almuerza.  Un señor se trajo la oficina al café o mas o menos.  Aparte de tomar notas leo “La tercera mañana” de Edgardo Cozarinsky porque me encanta como narra y encadena los acontecimientos, es quizá mejor escritor que cineasta, aunque su fuerte sean los documentales de ficción, si bien “Ronda nocturna” es fuerte pero interesante reflejo de la vida nocturna y la sociedad marginal de la ciudad autónoma de Buenos Aires.  Su ficción siempre está basada en la realidad, como sus ensayos.  La atracción también se debe al tono coloquial que emplea.  Me gustó la frase “…en mis tiempos de demorado estudiante de letras” me devolvió a un tiempo dichoso cuando yo era estudiante (no demorada) de historia.   En el primer cuento que integra el libro está muy bien pintada la novela de iniciación y la deriva urbana, temas que también yo trato de bucear a mi manera, como espectadora de ciertos personajes especiales. Cuando terminé el libro, en el tercer cuento me entero de que existe un documental sobre Renee Falconetti o María Falconetti, la actriz francesa que protagonizó el clásico de C.T. Dreyer “La pasión de Juana de Arco.  Es una coproducción argentina noruega del año 2014 titulada “Llamas de nitrato” que pude finalmente verla grabando en vhs en cine.ar (hoy está en internet).  Terminé de leer “Biblioteca esencial” de Abel Posse, interesante.  El diccionario de autores compuesto por César Aira afirma que Alejo Carpentier tiene su mejor obra en los ensayos en los cuales se puede comprobar su erudición.  Además, que mentía mucho sobre sus orígenes.  Marcelo Longobardi cuenta en la mañana de Radio Mitre que su compositor favorito es Rachmaninof, comparto la opinión, excelente era el ruso.  También mi mamá sostenía lo mismo luego de ver la película “Rapsodia” protagonizada por Elizabeth Taylor y Vittorio Gassman, doblados en el piano por el gran pianista de nacionalidad chilena Claudio Arrau.  Una vez en la tele, a un programa de Gerardo Sofovich llegó Bruno Gelber con una profesora de piano conocida de él, discípula de Rachmaninoff, que contó una anécdota de este músico, que al ser muy nervioso antes de cada concierto se iba a rezar a una iglesia ortodoxa rusa y su esposa lo acompañaba, y si él se demoraba mucho rezando en el altar, ella se iba a un pasillo aparte y llevaba su tejido y pasaba el resto del tiempo tejiendo.

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