EL ULTIMO TRABAJO
Transcurrían los últimos dos meses como
profesora de secundario, al final de ese lapso de tiempo accedería al beneficio
de la jubilación. Era un final de otoño
soleado y ya sabía que no volvería tras las vacaciones de invierno. Ese miércoles había llegado a su vieja
escuela, la que educó a su madre y a sus hermanos y a ella y también le dio
trabajo. Traspasó la puerta de entrada y
saludó a la portera, y a la madre superiora que luego de saludarla le comenta:
-Qué suerte que la veo María Yosa…tengo que
hablar con usted y pedirle un favor…
Ingresan ambas la despacho y se sientan:
-Sabe, yo necesito que usted me haga un último
favor antes de jubilarse, un trabajito…
-Diga madre ¿cómo sería eso?
-Bien, yo sé que usted. trabaja en otro
colegio en Remedios de Escalada…y que camino a ese lugar se encuentra la
parroquia Nuestra Señora de Los Remedios…
-Exactamente, sobre la avenida Rosales, voy
por ese camino los días martes, jueves y vienes.
-Necesito de usted. la máxima confidencialidad
para retirar un archivo con documentación y fotos…
-Ajá, ¿en la parroquia?
-No precisamente, si en un quiosco librería al
lado de la parroquia…
- Si, lo ubico perfectamente..
-Ud. ¿qué día puede pasar por ahí sin apuro?
-Los lunes que no trabajo, o los martes,
jueves y viernes cuando vuelvo a mi casa después de dar clase.
-Prefiero que vaya el lunes, así me trae el
mismo día el paquete, sin escalas se viene directo para acá, yo le pago el
remis.
-Este lunes puedo…
-Si vaya a eso de la una de la tarde, la
atenderá el señor José, dueño del negocio, yo le avisaré que usted. va a ir.
Le explico:
lo que usted debe hacer es muy sencillo, pero debo contar con su
discreción
-Seré una tumba.
-Muy bien.
El dueño le va a entregar una caja con información confidencial sobre la
familia Herreu.
-¡La familia Herreu! Exclamé.
-Si, ¿los conoce?.
-Claro que si, las hermanas Herreu fueron
alumnas del colegio, excelentes las tres, abanderadas y escoltas, yo era chica
pero las recuerdo, todas las profesoras las nombraban como ejemplo de
estudiantes, por su inteligencia y dedicación.
Se recibieron antes que yo, pero cosa extraña nunca más volvieron al
colegio, ni a saludar, además las profesoras dejaron de hablar de ellas,
mutismo total…parecía que se tratara de un tema tabú…ni mencionarlas…Creo que
los papás de ellas formaron parte, un tiempo, de la unión de padres.
-Bien, vamos bien, usted es la indicada para
esta tarea, su último trabajo, siempre confié en usted desde que ayudaba en la
secretaría a Elsa, además conoce la zona de entrega del paquete.
-…..
-Entiendo su sorpresa María Yosa, porque
posiblemente usted no conozca toda la historia de esta gente, quizá porque era
muy chica o también porque lo que le voy a contar no trascendió…Esta familia
quiso comprar el colegio cuando las hermanas se retiraron luego de la crisis de
los años 70. La operación estuvo a punto
de hacerse, pero la intervención del Obispo y del párroco de Banfield fue
decisiva para que el colegio no se vendiera.
-Ahá no sabía nada de eso.
-Muy pocos lo supieron, esta gente casi
convence a la madre General de entonces…y si alguno lo recuerda ha guardado muy
bien el secreto.
-Ahora, ¿Qué tiene que ver el quiosco de
Escalada con todo esto?.
-Es largo el cuento, yo necesito que vaya y
traiga lo que le entreguen. Dicho esto
le alcanzó un papel con un número de teléfono.
-Llame al dueño, el señor José y le comenta
que usted va de parte mía.
Llegé a
casa y llame, acorde con el dueño ir el lunes a eso de las dos de la
tarde, cuando no había clientes.
En el mientras tanto recordé a esta familia
que pasó casi como un huracán por la escuela, tres excelentes alumnas, padres
carismáticos y la mar de atentos, no eran oriundos de Banfield, ni bien la
menor de las hijas terminó es secundario se evaporaron como por arte de magia,
nadie las recordaba o quería recordarlas a ellas y sus padres…de eso no se
habla. Recordé a mis profesoras que en
las clases las nombraban: fabulosa…mejor
alumna…excelente…que los padres eran ejemplares…tanto elogio aburría un poco,
sobre todo a a mi que había sido estudiosa y esforzada, aunque nunca formé
parte del cuerpo de banderas ni orden de mérito ni nada…lo pasado, pisado…
El lunes el remis me fue a buscar rumbo al
quiosco escaladense. Toqué el timbre de
la puerta entrecerrada, que indicaba la hora de la siesta y atención solo por
ventanilla, me recibió un hombre alto, flaco, pelado y de bigotes.
-Buenas tardes, soy José…usted viene de parte
de Madre Viviana.
-Buenas tardes, exacto, soy María Rosa.
-Bien, le cuento que el paquete que le voy a
entregar para que le lleve a ella es una caja con fotos.
Se acercó al mostrados y abrió un cajón de
madera y vidrio, viejo cajón de quiosco, que previamente estaba cubierto con
una lona. De el mismo extrajo una caja
de cartón de esas que se venden para armar y se usan como archivos y lo colocó
sobre un papel madera extendido sobre otro mostrador contiguo.
-Esta caja llegó a mi poder cuando mi hermano
Julito falleció. Mi hermano era pareja
de la madre de las chicas pero cuando mi hermano se enfermó se separaron, y mi
hermano ya moribundo me confió esto para que lo guardara y se lo hiciera llegar
a las hermanas, ya que el conoció de boca de esta mujer la historia de la
frustrada compra del colegio. Me comentó
la Madre Viviana que usted debe ver el contenido antes de llevárselo.
-Si eso me pidió la Madre Viviana.
Don José abrió la caja y extrajo el
contenido: un álbum de fotos. Me lo
entregó y comencé a hojearlo, en absoluto silencio. En cada hoja del álbum había una foto que tenía
reverso. Las fotos eran en color pero el
reverso era en blanco y negó y sepia,
así con todas las fotografías. A cada imagen de una familia de
triunfadores, alegres, exultantes correspondía una contra imagen estremecedora,
de las figuras emergían sombras oscuras, solamente de los rostros de las cuatro
mujeres, los rostros eran remedos de los grabados de Odilón Redón, de los
Caprichos de Goya, como Dorian Grey multiplicado. Solo las mujeres, los hombres permanecían
iguales. Estos contrapuntos, claroscuros,
saltaban a la vista y se me hizo muy difícil tolerarlos eran tan duras esas
imágenes que mostraban la verdad, una verdad que mejor no conocerla, que no
hubiera querido verla. Pude zafar de ese recorrido purgatoril cuando don José
cerró el álbum tras pasar la última foto.
-No solo se cargaron a mi hermano, otros antes
y después sufrieron lo mismo, hasta el mismo marido y padre.
Dicho esto volvió a colocar el álbum dentro de
la caja y la cerró y embaló con el papel madera.
Tomé el ´paquete y al despedirme, Don José
agregó:
-Cuándo le lleve a Madre Viviana esto
recuérdele que me llame y así yo voy a saber si esto llegó a sus manos.
-Así lo haré.
Subí al remis que me esperaba, volví al
colegio y entregue el presente a la superiora.
Le recordé el pedido de don José.
El miércoles como siempre llegué al colegio a
dar clase. Madre Viviana me llamó a su
despacho y me agradeció este “último trabajo”.
-Mariayosa le agradezco este servicio, es
usted la única que podía hacerlo, no solo porque conoce esta zona…sino porque
este álbum contiene la verdad que duele conocer y muchos no quieren saber, hay
verdad absoluta: nadie escapa al juicio
de Dios…aunque algunos afirmen que cada uno tiene su verdad.
…este era el último trabajo que yo
necesitaba…vaya a su clase, es una de las últimas…Dios le bendiga.
-Gracias Madre Viviana, igualmente para usted.
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