ACERCA DE BORGES

 ACERCA DE BORGES:

 

En un principio, fines de la década del 70 Borges no me llamaba la atención, incluso como una cierta rebeldía adolescente lo criticaba, aunque casi no lo había leído.  Recuerdo que la primera lectura que hice de él fue un texto corto “El cautivo” que se encontraba en el índice del Manual del alumno bonaerense 5 de editorial Kapelusz, era 1976, esa narración corta me gustó, luego leí “La casa de Asterión” en una antología de textos también de Kapelusz, basada en la leyenda del minotauro pero me resulto un poco densa y extraña la prosa de ese cuento.  Mamá comentaba que Borges era reconocido por la gran riqueza de su vocabulario.  Papá contaba que una empleada de Aconcagua, la compañía de seguros donde el trabajaba, le había dicho que tenía que leer a Borges porque estaba terminando el secundario y se lo mandaban de tarea, y que tenía que leerlo con un diccionario al lado.  (Esos eran los diálogos de sobremesa de una familia argentina de clase media en los años” 70 y este testimonio permite entender lo escrito por Cristina Mucci en su obra “Lugones, los escritores y el poder” acerca del deterioro de la cultura argentina tras esa década).  Mamá también decía que había leído el cuento “Hombre de la esquina rosada” y le había gustado.  Así las cosas hasta que en 1981 pude hojear en la casa de unos familiares un ejemplar de las Obras completas, y su sola tipografía (editorial EMECE) me enamoró y volví a casa convertida en borgeana. 

En 1983, Borges vino a Banfield, al Colegio Balmoral a dar una charla, en realidad eras respuestas a preguntas que hacíamos desde el público.  Yo le pregunté porque en sus obras hay tanta referencia a la cábala hebrea y me contestó que cuando vivió en Suiza en la primera década del siglo XX y estudiaba el secundario, para aprender a leer el alemán leyó los “Cantares” de Heine, autor judío que mencionaba la cábala en sus versos. 

En 1975 recuerdo el comentario de mamá a la abuela Rosa.  Se había muerto la mamá de Borges y agregaba que sería una señora muy viejita porque el ya era un hombre grande (luego nos enteramos que doña Leonor Acevedo de Borges contaba con 99 añitos al momento de fallecer),  Si recuerdo un ejemplar de la revista Gente, una nota a Borges en el entierro de su madre, y el epígrafe comentaba que tenía una serie de sonetos dedicados a MADRE (como así la llamaba) pero que no iba a publicarlos todavía.  Yo un día pregunté si Borges tenía familia, hijos, y me contaron que había estado casado con una señora grande, viuda (Elsa Astete Millán) pero se había separado al poco tiempo de casado y que no tenía hijos.  Papá lo calificaba como “nene de mamá”.

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