ALGUIEN NO DESCANSA EN PAZ CAPÍTULOS 7 Y 8

 

CAPITULO 7 :

 

Maríaisabel está parada esa tarde después del mediodía en el andén de la estación del ferrocarril, el tren tarda en venir y se hace largo el tiempo de espera, repentinamente escucha música, “Trigal” la canción que Sandro hiciera famosa.  Cuando vuelve la vista hacia su izquierda observa a un hombre sesentón y canoso que entona la canción con micrófono en mano y parlante y mini equipo a sus pies.  La estación le recuerda su infancia y adolescencia cuando era el punto intermedio en la ruta hacia el pueblo en que vivían unos tíos abuelos suyos.  Tanto cambió todo y parece que no hubiera cambiado nada.  Finalmente llega el tren, sube y repasa mentalmente un nombre:  Marina Lario degli Innocenti.  Buscará nuevamente en el Facebook, no es el nombre de una artista de cine o de una condesa italiana, sino que es una ex compañera de la “muertita” y en su muro ha colgado una foto, la misma foto que apareció misteriosamente en la bóveda de los di Salina. 

Le escribió un mensaje a Marina, relatándole lo sucedido, no esperaba réplica pero…tuvo respuesta esta mujer quería hablar con ella movida por la necesidad de cerrar una etapa dolorosa de su pasado adolescente como era la muerte de una compañera de estudios. 

Arreglaron un encuentro en el café Rodríguez.  En la mesa de al lado se habían ubicado dos octogenarias que se pasaron el tiempo sobre muertes, entierros, cremaciones, renovaciones y vencimientos de tumbas, bóvedas, nichos y demás yerbas con particular delectación. 

-Marina, yo vi la futo cuando la subiste a tu fase y lo que menos imagine es que una copia aparecería en la bóveda de mi familia, no se quién ni como la llevó ahí…La copia ¿es un original?.

-Si, solo había 30 fotos, éramos 30 alumnas no hubo más copias.

-Entonces la foto que correspondía a Silvia quedó en manos de su familia seguramente.  Esta cuestión es tan misteriosa porque le pregunté al cuidador y me juró y perjuró que no vio a nadie merodeando la bóveda que dejé de preguntarme como llegó la foto hasta ahí…

-Escuché que hay una investigación televisiva porque cuentan que la tumba de Silvia emite llantos y la gente le pide milagros, que la apodan “La santa muertita”…

-Si Marina, por eso me acerque a los periodistas Zeno y Yamila con la foto que seguramente tiene algo que ver pero…no se…vos que te acordás de Silvia

-La foto de la tumba es un recorte de una copia que mandó a hacer la mamá para colocarla en la placa

-¿Volviste a ver a la mamá luego de la muerte de Silvia?

-Si, varias veces porque íbamos un grupo de las chicas, las más cercanas a ella, las mas amigas…pero me ocurrió que un día no pude ir mas a la casa, volvía muy triste de las visitas, yo apreciaba mucho a Silvia y a su mamá, pero no pude seguir acompañando su dolor, luego de un tiempo caí en una especie de depresión, lloraba, me costaba comer…por eso no fui más, a mis padres les preocupaba mucho mi estado…imagínate hace 40 años ni psicólogo ni que ocho cuartos, dejé de ir y bueno…de a poco fue pasando…pero fue muy duro, éramos chicas de 15 años, se muere una compañera y como lo manejás…

-Si, como te dicen ahora la contención…

-Un poco las hermanas del colegio nos venían a hablar, nos llevaban a la capilla a rezar, lo único que podían hacer…          

 

CAPITULO 8:

 Yamila recordaba el relato de su abuela Maricé:

“Esta tarde del escándalo era invierno y ya había oscurecido.  De la calle llegó el sonido de un bocinazo inusual en un barrio de pocos autos.  A través de la ventana que daba a la calle vimos que había un coche estacionado, con dos hombres adentro, uno al volante y otro sentado a su lado con una cámara fotográfica de las de antes, con un flash enorme.  Era raro porque un día de semana no había fiestas de cumpleaños, ni quince, ni casorios…

Enseguida se escucharon gritos: 

-Atorrante, mujeriego, mentiroso…

-Ay nuestra pobre hija…

Luego se oyó un portazo, del coche bajó el hombre con la cámara y tomó una foto.  Era obvio que los del auto eran periodistas. 

Una voz conocida exclamó:

-¡Papis Lagorio déjenme explicarles, esa foto era promocional…la chica trabaja conmigo en el teatro de revistas…pura publicidad… repetía nerviosamente Ricardo Barbier.

-Qué promoción ni que ocho cuartos…bramó don Lagorio.

El fotógrafo gatilló de nuevo, otra foto.

Dos vecinos se acercaron y rodearon al joven galán y uno le espetó:

-No mientas, Ricardo te vimos con ella en tu coche.

-Bue…la llevaba a la casa al salir del teatro era de noche, llovía y hacía frío.

-No pibe, soltó el otro hombre, ibas a la amueblada de enfrente de la vía.

El periodista que estaba en el coche con el fotógrafo se bajo del vehículo y comenzó a tomar nota. 

Varios vecinos se acercaron a curiosear a raíz del incidente y se arremolinaron alrededor de Barbier, los papis Lagorio, el fotógrafo y el cronista.  El joven actor pudo escabullirse y entrar a su casa.  Los vecinos seguían insultándolo y aplaudiendo a los papis Lagorio.”

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