APUNTES DE CINE IV

 Belfast de Kenneth Branagh:

En blanco y negro los chicos juegan en la calle de la ciudad de Belfast, capital de Irlanda del Norte, finales de los sesenta.  El muchacho protagonista imagina que es el dios Thor de la mitología escandinava, blandiendo una espada de madera y a modo de escudo ha tomado prestada la tapa de los tachos de residuos.  Unos metros más allá de la bulliciosa calle poblada de chicos y grandes en sus tareas cotidianas, en la bocacalle se acerca la cámara a dos grupos rivales que se enfrentan y vuelan las piedras, sale la madre a proteger a su hijo y usa esa misma tapa para cubrirse ella y el nene.  La violencia va in crescendo, terminan con un coche bomba volando por los aires.  El padre tiene problemas económicos por causa de no haber pagado impuestos por lo tanto debe viajar en la semana para trabajar en Londres, la familia no sabe que en realidad se gastó todo en su adicción al juego y las apuestas, pero este buen hombre tiene la virtud que siendo protestante se lleva bien con sus vecinos católicos, lo que molesta a los vecinos más extremistas de su propia religión.  Por lo tanto la madre es la figura más presente para el protagonista (el mismo Branagh niño con algunos cambios, la peli es semiautobiográfica) y su hermano mayor.  Los abuelos son el amor a la tierra, la herencia que se prolonga en ellos mientras los padres piensan emigrar y lo hacen, el abuelo muere y la abuela queda sola, es un símbolo, sin embargo el nieto siempre la recordará (estupenda Judi Dench como la abuela).  El protagonista, por influencia de una prima adolescente es llevado a una manifestación que ataca y saquea un pequeño supermercado, su madre se entera, acude y los saca a los dos de ahí, no sin darle una tremenda filípica a la prima.  Las tomas al estilo de "Roma" de Alfonso Cuarón, hacen que el espectador se sienta dentro de las escenas.  Pero Belfast apunta más a las emociones, al respeto por los demás y la convivencia pacífica.