PAPINI

 El 14 de febrero de 2017 conseguí por canje, en la librería “El Atril” en Lomas de Zamora un ejemplar de obras selectas de Giovanni Papini, de la editorial Plaza y Janes, un tomo encuadernado que, aunque viejito era lujoso.  Tal hazaña libresca mereció un cafecito en Martínez.  La primera vez que supe de este escritor italiano, muy leído en la Argentina de los años 50 fue hojeando el diccionario Espasa Calpe.  La biografía estaba ilustrada por una fotografía que mostraba el rostro de un hombre tan polémico como brillante.  La segunda vez que su nombre me llamó la atención fue en el mostrador de la desaparecida librería Righi, en Banfield, sobre la cual exhibían un libro de su autoría, la biografía “Miguel Ángel”.  En la biblioteca de Norberto, el difunto esposo de mi madrina Martha, supe hojear un ejemplar de “El libro negro”, y ahí nomás me enteré de que fue un gran escritor católico con muchos lectores en nuestro país, en especial en los círculos intelectuales de la Acción Católica en las décadas del 40 y del 50.  Una profesora de filosofía de la escuela secundaria nos mencionó en una clase a “Gog” como una de las grandes obras literarias del siglo XX.  En 1997 compré en una mesa de saldos en la Librería de las Luces en Avenida de Mayo un libro bastante antiguo titulado “Papini íntimo”, escrito por un periodista italiano que lo conoció personalmente, lo cual me permitió acercarme más al universo del escritor, sobre todo a su etapa de conversión al catolicismo y al trabajo previo a la escritura de obras como “San Agustín” y “El juicio universal”.   En la Semana Santa de 2017 leí para meditar “Los testigos de la pasión” obra clave para entender la necesidad del perdón a quienes nos ofenden.  La “Historia de Cristo” quizá su obra más difundida, me mostró la prosa recia de la verdadera literatura católica.  Hoy muy pocos lo leen a Papini, sin embargo, todavía en los años 90 una señora buscaba sus libros en una exposición del libro católico.  Obvio que la persona que la atendió no tenía idea de la existencia del escritor y sus libros.  En el último tramo de mi carrera docente, entre marzo y abril de 2019 leí su biografía de San Agustín, trampolín para luego saltar a Pascal.  Borges era también lector de Papini, como también lo era de otros escritores católicos como Chesterton y Bloy.  En el prólogo a “Los testigos de la pasión” se hace mención a la “superhombría” cristiana” que se desprende de la escritura de Papini, que hoy nos hace tanta falta. 

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