ICONOGRAFÍAS: LA OTRA FABIOLA

 Nacida en Madrid en el seno de una familia noble, Fabiola trató de representar el rostro más social de la monarquía en un país donde los monarcas se definen como reyes de los belgas, no de Bélgica. Falleció a los 86 años tras haber tenido una enorme presencia en un país donde la monarquía constituye uno de los pocos elementos de unión entre flamencos y valones.  Fabiola accedió al trono al casarse con el rey Balduino, en 1960. Fue la quinta soberana de una monarquía fundada en 1830, con la creación del país, y la única de origen español. Aunque cedió el testigo del reinado cuando murió su esposo, en 1993, la reina mantuvo esa categoría y siguió formando parte de la familia real. Nunca tuvo descendencia, por lo que el cetro pasó a manos de Alberto II, hermano de Balduino. La nueva pareja real le pidió a Fabiola que siguiera participando en la vida pública del país, acostumbrado a contemplar su elegancia y su inconfundible peinado en numerosos actos oficiales.  

partir de 2012 esa presencia pública fue disminuyendo, aunque estuvo presente en los actos de coronación de Felipe I, rey de los belgas desde julio de 2013. En los últimos meses su salud se había deteriorado y desde el verano permanecía con asistencia respiratoria.

Fabiola era la penúltima de los siete hijos de Gonzalo de Mora y Fernández del Olmo, decimotercer Conde de Mora y cuarto Marqués de Casa Riera, y de Blanca de Aragón y Carrillo de Albornoz, descendiente del rey Sancho III. Su familia huyó de España en 1931, con la llegada de la República. Recalaron en Biarritz, París y finalmente en Lausana (Suiza), donde Fabiola realizó casi toda su formación.

Mantuvo siempre el vínculo con España. Allí pasó la pareja real su viaje de novios y allí regresaba frecuentemente para veranear, aunque su verdadera casa estaba entre los belgas. Se preciaba de hablar diversas lenguas. Además de su español materno, dominaba el francés y el neerlandés, las lenguas oficiales de Bélgica, y tenía conocimientos de italiano y alemán.

La reina belga trató de combinar su faceta social, que había ensayado en Madrid sirviendo como enfermera de pacientes desfavorecidos, con la artística. Tocaba la guitarra y el piano, además de dedicarse al dibujo y la pintura. Dio también muestras de talento literario con la publicación en 1955 de Los doce cuentos maravillosos de la reina Fabiola.

Por encima de todo eso, un elemento caracterizó su vida: sus profundas convicciones religiosas. La influencia de Fabiola fue decisiva en una de las decisiones más controvertidas del rey Balduino: la renuncia al trono durante 36 horas, en 1990, para evitar dar el visto bueno a la ley belga del aborto. Varios años después, en 1996, la controversia rodeó a la pareja, que murió sin descendencia y después de que Fabiola sufriera cinco abortos.




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